Nohelia

                                                                 Para Zurisadai 

1.

Como la espuma del mar que deja su rastro en la arena 
Como las ramas de un árbol que delimita con paciencia su sombra 
Como la imagen que el fuego deja en el recuerdo del carbón 
Como la piedra desprendida en la montaña que espera por inercia su caída 
Como la lluvia que un día dejó de añorar la horizontalidad del río
Como la tarde que tiene su piel tatuada por el sol 
Como el insomnio del río donde anochecen los peces 
Como la caricia que escribe en silencio el amor sobre la piel
Como la marca macabra en el brazo del esclavo 
así quedaste indeleble en mi lenguaje 

2.
Tus ojos se hicieron ceniza 
y el incendio de tu voz se apagó
Se extinguió de a poco
como el fuego cuando se está acabando la leña
Tus pies raudos empezaron a quedarse sin luz 
y transitaron con premura hasta la oscuridad 

de la muerte
El jardín de senderos que había en tus manos 
es ahora un camino de piedras de amolar
Los recorro para no olvidar las arboledas
que crecían en los playones
y que son hoy un arbusto de soledad y maleza 

3.
¿Cuál es el consuelo del ausente?
A nosotros nos queda el martillo incesante de la memoria 
Nos queda el murmullo, el eco de una voz
Nos quedan los pasos andados
las palabras dichas
el silencio agazapado entre la lengua. 
Pero, y el que se va, ¿qué se lleva?
¿Qué somos en la mente de quien se fue a habitar en silencio la muerte?

Ese olvido me acuchilla el alma 

Félix Molina-Flórez

(A 14 años de la partida de mi inolvidable vieja)