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Carpe diem

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Un particular profesor de literatura llega a una institución educativa que enseña bajo los principios conservadores del  honor, la disciplina y la excelencia. Allí, empieza a enseñar con métodos bastante revolucionarios: enseña fuera del aula, lee poesía en voz alta y destruye, junto a sus estudiantes, los módulos que tratan de explicar la poesía como una estructura inamovible. Insiste en vivir el presente y disfrutar la vida, y aprender a ver el mundo. Un verdadero rebelde en medio de un sistema de enseñanza rígido, anacrónico y católico. Evidentemente, y como ocurre siempre, el profesor es visto con desdén, desconfianza y hasta desprecio por aquellos profesores que son incapaces de buscar formas más profundas de enseñar: el diálogo, la lectura, el silencio. Al final, como suele ocurrir siempre, y debido a una serie de sucesos que ocurren con algunos jóvenes que deciden romper los esquemas, el profesor es expulsado de la Institución, y todo siguió siendo igual. Había muerto Carpe ...

Nohelia

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                                                                                  Para Zurisadai  1. Como la espuma del mar que deja su rastro en la arena  Como las ramas de un árbol que delimita con paciencia su sombra  Como la imagen que el fuego deja en el recuerdo del carbón  Como la piedra desprendida en la montaña que espera por inercia su caída  Como la lluvia que un día dejó de añorar la horizontalidad del río Como la tarde que tiene su piel tatuada por el sol  Como el insomnio del río donde anochecen los peces  Como la caricia que escribe en silencio el amor sobre la piel Como la marca macabra en el brazo del esclavo  así quedaste indeleble en mi lenguaje  2. Tus ojos se hicieron ceniza  ...

Declaración de amor

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                                 Para Félix Josué   Hijo, Las horas a veces serán amargas  A veces el río cristalino será una cloaca  Y el cuerpo, una celda olvidada  en cualquier camino  A veces, sentiremos como si cargáramos               una carencia en el alma  pero es mejor mantener el vacío  que llenarlo con una falsa esperanza  La vida será, uno que otro día, un plato fétido olvidado en el comedor  Los amigos, un álbum de nostálgicas traiciones La familia, un racimo de malvados incendios que a veces nos aleja de la espesa oscuridad  Saldrás a la calle y te encontrarás un cadáver  que ahora es solo el recuerdo de alguien que no aprendió a olvidar  ¿Lo entiendes? Olerás el rigor de la muerte  arrebatando de nuestras manos, la flor El álgido color de la ausencia  aparecerá en tu camino El tiempo,...

Una gota de Cortázar

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Ser una gota en la lluvia  q ue es Cortázar   Conocí a  Cortázar en la universidad. Recuerdo que leí uno de sus cuentos y quedé deslumbrado. Luego otro y otro. Cuando describí su vocación de crítico y ensayista quedé aún más sorprendido, pues me parecía un hombre profundamente lúcido, era uno de esos escritores que escriben impulsados por la experiencia de la vida y de la literatura misma, desde luego. Luego conocí su voz; esa vibrante múltiple arrastrada, entre la lengua y el paladar. Leí algunos cuentos y poemas. Porque ante todo, y hay que decirlo casi que como un acto de justicia, Cortázar es un poeta. Un prestidigitador del lenguaje. Capaz de alterar la realidad con un par de palabras.  Después leí Rayuela. Y fue entonces cuando el deslumbramiento creció. Una historia de amor leída como sucede el amor: con saltos, con altibajos, con límites muy concretos, como una Rayuela. Conocer París y ronronear los cafés. Sentir el frío que se avista con la brisa.  Hay...

La pedagogía del mango (Estimulación estética)

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23/01/ 25 Grado 9° Siempre hay pequeños suspiros en medio de las temporadas de agónico indecir. Hoy una estudiante me dijo: “Profe, me gustan sus clases”. Sentí una leve emoción porque soy consciente de que en estos tiempos tan difíciles es poco frecuente que a los estudiantes en realidad les ‘interese’ una clase. Creo que la conciencia empieza a despertarse en la universidad, pero en general, según mi opinión, forjada a partir de la experiencia, que a un estudiante le guste la clase de uno es un logro mayúsculo. Para mí, que los estudiantes —sobre todo aquellos que quieren estudiar— se aburran en mi clase es de las cosas más tenebrosas por la que he pasado en el aula. “Que no aprenda si no quiere, pero que no se aburran”, parece ser mi lema. O, por lo menos, alcanzar que alguien se conmueva ante el poder del lenguaje. En cualquier momento de la clase. ¡Tamaña ambición! Y digo ‘si no quiere’ porque soy un defensor de la tesis aquella que reza que solo aprende el que en realidad quiere....

Diciembre

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                             A mi madre  1. Entonces llegaba diciembre con sus formas dolorosas de ser  La brisa desordenándolo todo  las cortinas  el polvo lamiendo la caricia de tus manos  el zumbido de los árboles  Y las cometas que lograban sobrevivir  a las temibles líneas de alta tensión  abrían los brazos en el aire  2.  Pero venía también el recuerdo  la lágrima  la orfandad congelada en el pecho  la soledad oculta  detrás de ese árbol de navidad raquítico  que colgaba en el alma  Caían las imágenes de la calle fría de alguna mano decapitada salida de por ahí  Aparecía también el deseo de la muerte  matizado con una que otra lucecita  titilante en la ventana  3. Ahora sacas de la bolsa las viejas luces  que han soportado la tristeza de otras navidades  Empiezas a desenredarlas  Las vas acomod...

El río

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Cuando yo era niño mi padre me llevaba 'al pueblo' de vacaciones. Era un pueblo fantasmagórico, casi rulfiano, olvidado en el Sur de Bolívar, al pie de un brazuelo del Río Magdalena. Aún sobrevive casi que imperturbable en el tiempo. De lunes a viernes, la vida se acababa a las 6 pm, cuando la luz del día moría despacio. Y las noches eran largas dentro de los toldos. Afuera, ardían unos minutos más los mechones que botaban un humo delgado, que subía danzante, hasta el techo de palma, y se perdía en la oscuridad. Pero siempre amanecía, y con la luz, el río emergía en el horizonte.  A veces iba al río con mi padre. Él ya no lo disfrutaba de la misma forma. Ya lo miraba con otros ojos. Un poco distante; como lo mira un viejo pescador. En cambio yo, me zambullía cerca de la orilla y abría los ojos ante aquel océano marrón. Las hojas muertas, las ramas disecadas en el fondo, el fango que los pies levantaban, y parecía polvo. De uno de esos recuerdos nació El río. De un retorno. Pen...