A veces el cielo deja ver las estrellas
Mi hermano y yo
nos acostamos boca arriba
y miramos las estrellas
Hay unas luminosas
que ondean como velas
(Una estrella es una herida del tiempo)
Otras titilan
pero de la timidez se apagan
“¿Qué pasará con esas estrellas?”
le pregunto a mi hermano, pero él calla
(Y se resguarda en el silencio, en la nada)
Otras pasan fugaces
—como esos misiles que caen
sobre Los hambrientos—
y se difuminan
cuando al endeble cuerpo
lo difaman la sangre, la muerte, y la llama
Pero, ¿y qué serán de aquellas
que perdidas en la nada
son arropadas por lo lejos?
Cómo será su andar
cómo su viaje audaz
cómo su tiempo
Ahora que lo pienso
su viaje de allá hasta acá
mastica su cuerpo
que es un poco de luz
un poco de viento
Le cuento el sueño a mi hermano
y veo sus ojos hambrientos:
“Los escombros, los escombros
nos han salvado”, dice, sediento
Mi madre muerta, a la muerte invita
Pero mi hermano y yo corremos
por la ruta prohibida
con los brazos alzados
con las entrañas,
a la vida.
nos acostamos boca arriba
y miramos las estrellas
Hay unas luminosas
que ondean como velas
(Una estrella es una herida del tiempo)
Otras titilan
pero de la timidez se apagan
“¿Qué pasará con esas estrellas?”
le pregunto a mi hermano, pero él calla
(Y se resguarda en el silencio, en la nada)
Otras pasan fugaces
—como esos misiles que caen
sobre Los hambrientos—
y se difuminan
cuando al endeble cuerpo
lo difaman la sangre, la muerte, y la llama
Pero, ¿y qué serán de aquellas
que perdidas en la nada
son arropadas por lo lejos?
Cómo será su andar
cómo su viaje audaz
cómo su tiempo
Ahora que lo pienso
su viaje de allá hasta acá
mastica su cuerpo
que es un poco de luz
un poco de viento
Le cuento el sueño a mi hermano
y veo sus ojos hambrientos:
“Los escombros, los escombros
nos han salvado”, dice, sediento
Mi madre muerta, a la muerte invita
Pero mi hermano y yo corremos
por la ruta prohibida
con los brazos alzados
con las entrañas,
a la vida.
Félix Molina-Flórez

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