La pedagogía del mango (Estimulación estética)

23/01/ 25 Grado 9° Siempre hay pequeños suspiros en medio de las temporadas de agónico indecir. Hoy una estudiante me dijo: “Profe, me gustan sus clases”. Sentí una leve emoción porque soy consciente de que en estos tiempos tan difíciles es poco frecuente que a los estudiantes en realidad les ‘interese’ una clase. Creo que la conciencia empieza a despertarse en la universidad, pero en general, según mi opinión, forjada a partir de la experiencia, que a un estudiante le guste la clase de uno es un logro mayúsculo. Para mí, que los estudiantes —sobre todo aquellos que quieren estudiar— se aburran en mi clase es de las cosas más tenebrosas por la que he pasado en el aula. “Que no aprenda si no quiere, pero que no se aburran”, parece ser mi lema. O, por lo menos, alcanzar que alguien se conmueva ante el poder del lenguaje. En cualquier momento de la clase. ¡Tamaña ambición! Y digo ‘si no quiere’ porque soy un defensor de la tesis aquella que reza que solo aprende el que en realidad quiere....